Amanecía
cuando sentí tu mano desabrochando
el cielo o el infierno.
Agitado se despertó el ángel o el demonio
que habita al filo del abismo.
Atónito cerré mis ojos y me dije que sea
lo que Dios quiera.
El día se oscureció y volvió a iluminarse
con tu bendito beso.
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