Una tarde paseábamos
junto al lago, mamá. Los cisnes
nadaban suavemente en la superficie
bajo la luz tenue de la puesta de sol.
La luna reflejaba su palidez
en el agua y en tu cara cansada.
Pero tú ya no estás aquí.
La luna se escapa, y en
las olas, se va, llevándose
tu hermoso retrato y
el recuerdo de aquella noche. Meto
mis manos en el agua:
entre mis dedos, consigo agarrar
y acariciar tu imagen.
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