Cartagena es una muchacha linda
y caprichosa, el recuerdo hermoso
de una historia de amor inolvidable.
Sus calles tienen aromas del ayer
y en ellas resuenan ecos lejanos
de antiguos personajes de leyendas.
Sus patios rezuman voces, susurros,
sentimientos, pasiones y deseos
de antaño, destilados con salitre
que aflora en las paredes y en las piedras,
mientas la humedad tiñe los colores
del Caribe. Oscuras marcas del tiempo
contado por el vaivén de una hamaca
que nos narra increíbles aventuras
de aquellos que pasearon sus plazas.
La espuma marina restaña heridas
del corazón y los vivos recuerdos
de heroicos amores y viejas guerras,
que configuran el común tránsito
del itinerario que recorrimos
juntos para intentar vivir un sueño.
Y escucho las notas de un bolero azul
que me recuerda insomnes y cálidas
madrugadas de serenatas
bajo la luz cómplice de la luna
que se zambulle en un mar de estrellas.
Porque Cartagena es una muchacha
hermosa, caprichosa y pechichona
convertida en poema caribeño.
Caviedes, 26 de julio de 2022
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