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En
la calzada humoso más bien aceitosa
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de Altamira donde la pequeña luz
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forma fantasiosos tabiques con el polvo
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crecí sin par a ras del suelo, tembloroso harinoso
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abolido y ficcionado
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sin ópalo que me brille
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me levanté como casa en luna
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y le dije a Diego ¿Es isla o mar?
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Señalándole la maqueta donde flotaba
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Una miga de pan recién cortada
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No – masculló moviendo el hocico perlado
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es Altamira y querubines palpitantes
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se zambullían en la luz de los focos
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que tornaban el ambiente en neblinas
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de cinemas paradisos y Diego que era más
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profundo que el silencio cogió el torbellino
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endemoniado de ficciones y su ciudad imaginó
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su estatua ecuestre entre las pilas
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y en un clic ahuyentó lo que abrumaba
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Era el abrazado bosque que el mar arroja
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Era la soledad de Altamira más real que soplo
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del Origen Diego cerró los ojos como un
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ingrato cuervo vagabundo en las tinieblas
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y contesto a todos Nevermore Nevermore
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me he vuelto hosco torvo lúgubre y odioso
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y quiero descansar pasear mi vista
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por estas calles quebradizas
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así las olas sean pardas para siempre
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y el mundo rote como río del mismo río
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a la vez cegado cegador
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borrando mis huellas al pasar
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aguardando el día
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con un pie machacado y el
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otro pie orientado hacia el sur
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empujando sus máquinas ventosas
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como una inflamada comba
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cuando vi que
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Diego se hizo rojo y ante su transformación
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le leí estos abrevaderos que conseguí
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en La Parada
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“Oh profeta – dije – o duende más profeta al fin
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ya seas Ave o Diablo – ya te envié el recibo de tu casa
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ya te veas por los ábregos barrido a esta playa - desolado
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Pero intrépido a fundar esta ciudad de Altamira
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Tú que has levantado el catastro el perímetro
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los mojones fósforos Tú que amaste a la bella
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indígena Eleonora de pechos grandes
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Tú que blasfemaste por ella
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y esculpiste limpio desde los balcones hacia el río
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Dime qué maciza impaciencia te consume
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qué de tu fealdad hispánica
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Dime qué negro Dios te lastima
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qué barca te trae así
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casi chamuscado
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casi digo
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ya pe’dime
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causita
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a ti
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sí
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a ti
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apaga la vela so’borracho”
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De “Las cenizas de Altamira 1999.
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