Tres pasos sin
voltear la mirada,
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Y quedó mi espíritu
sin fuerzas,
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Atravesaron
surcos en mi rostro,
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Envejecí de pronto
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y casi sin alma
proseguí mi camino.
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Seca, fría, inerte.
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Tres pasos en
reversa,
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y toda
una vida
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se acomodó en mi
cajita de bronce y ébano.
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Ébano negro como el
dolor de ausencias.
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Ausencias para
siempre.
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Tres pasos y me bebí
tu adiós
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en un vaso de
cicuta fresca.
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Solo espero que el
cofre de ébano florezca.
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