Aquí
los
mortales deambulamos
trémulos
y solitarios
envueltos
por la pátina
de
terrestres anhelos.
La
luna preside
un
mar de tribulaciones
de
nuestro Gólgota cotidiano
mientras
una multitud de lobos
como
muertos en vida
desfila
por estepas solitarias.
Truenan
trompetas
anunciando
el
épico desfile de guerreros
que
a su paso quiebran piedras
y
resucitan cadáveres.
Las
parcas galopan en tropel sobre corceles negros.
Van
triturando músculos aún ávidos de vida.
Estremecen
la médula del universo
llamando
al infinito oscuro
que
en maretazos se desborda
por
el cosmos azul.
Con
el alba cesan los pesares.
Los
mares borrascosos se apaciguan
y
al compás de las notas de un laúd,
sus
olas festejan la danza de nereidas
abrazando
un nuevo día
que
brota de aquel violín gitano
entonando
un himno a la vida.
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