martes, 14 de octubre de 2014

TOMAME por Francklin Miranda

Ódiame.
Ódiame cuando quieras no hacerlo,
cuando creas olvidarlo.
¡Que me odies te digo! No por piedad,
ni porque te lo pido,
sino por convicción y porque te lo ordeno.
Ódiame desde el cercano horizonte de tu mirada liquida
desde el recuerdo silente de tus palabras almíbar,
nunca olvides odiarme antes y después de odiar,
cuando  desfigure mis orillas perfilando las tuyas
aun, sabiéndote etérea y volátil
cuando descubras en mí los apetitos que ansías.
¡Que me odies te repito!
Desde el púrpura de tu pecho fascinado
ébano  o marfil, mármol o cristal, por instinto,
ódiame veintitrés horas de tu día lunar y,
en el instante perpetuo de extenderte mi diestra
entiendas que te odio tanto como tú lo haces,
e inerme da al fin el paso que te separa de mí
y con anhelo constante… AMAME. 

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