Afina el filo
del frío
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con tus dedos de obsidiana.
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Los lamentos se pierden en la oscuridad
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y arde el cielo:
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esponja de gasolina
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o melocotón de alegría.
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Jala el hilo
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del amor.
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Jala el hilo del aire
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de la muerte, su carnaza.
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Jala el ronquido
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de los Cerdos
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y escúpelo.
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Hoy he venido,
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sombra al borde de ti,
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Hermano de Oro.
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A mi lado, carbón
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encendido entre los dientes,
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cobijados en mi alegría:
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* Cariado Lector de Piedra haciendo con sus dedos
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de cernícalo una Historia manchada
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que deberemos lavar.
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* La Antigua Mujer con boa
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acogotándole la garganta afónica.
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* El Viajante de la Ruta de la Cólera,
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con sus fotos azules, husmeando los recodos
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del camino bélico, husmeando los lagos
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donde ocultamos la fuerza de la ira.
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* La Mujer de Oro colorado, también,
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que ríe a mi lado en medio de la guerra
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entre la luz y la sombra.
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He venido, Gesto de Maíz, para preguntar–
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te por el color
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de tu nombre
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y encontrar contigo el sendero
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que conduce al Hogar del Demonio
de la vida
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que, al fin, de pie, lucha contra este dios
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portador de la peste.
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El Sapo, el Jaguar y la Serpiente
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se carcajean a nuestro lado,
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como guardianes y hermanos.
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