En un rincón
azul duerme la vida,
diamante
ensangrentado.
Herida por las
manos del maltrato,
en almohadones
de rubíes dolidos
duermen o se
esconden los anónimos.
Saben que son
grandes las heridas,
nadando en
excrementos propios
causados por el
látigo malvado.
Saltan voces
crueles y enloquecidas,
vientres
explotando de avaricia.
Maltratar a
débiles es consigna.
Si fueran
fuertes no se atreverían
a aplastar la
inocencia del caído,
sepulcros
blanqueados al sol son,
burlan al que
sufre sin salida,
violadores de
la mujer vencida.
dan patadas al
cuerpo ya caído,
bestias sin
conciencia,
lagartos en
desidia.
Se escuchan
gritos,
alaridos.
Pido perdón a
Dios,
No por mis
culpas, pido perdón a Dios
por los malvados,
los que asesinan
sin importar pecados,
sin enterarse
que llegarán los días,
negros días
en que todo se
descubra
exponiendo las
vendas del herido,
al jurado
implacable del Divino
para que reine
la bondad por siempre
sofocando con
justicia a los malvados.
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