Hay
que tener valor para cerrar las puertas, para sellar las urnas,
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para lanzar las balas.
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Yo
no lo tengo.
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Si
acaso miro de abajo a arriba como el pero
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y
espero un viento cómplice una patada celeste
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que
haga y no haga el estrago, que aproxime los labios deseados.
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El
momento y el lugar se los dejo a los estúpidos valientes.
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En
“Mil novecientos noventa y ocho” 2013
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