jueves, 21 de febrero de 2019

EN LA NOCHE DE PIEDRA DE LA URBE por FELICIANO MEJIA

Llegaste
como un leño que arde
para el aterido del medio de la estepa
o la puna, donde helados, vidriados los ojos,
a cientos de millares mueren los camélidos.

Y pensabas como una campanilla
de oro
en el terciopelo añil
de la madrugada.

Tus pelos renegridos
de ondas de aloe y tu mirada de pantera
me rosaron el borde del alma
y el rancio cadáver do habito
como una sombra de sombra
se puso de pie.

Tenías una ametralladora Galil.

Fue entonces que te amé.

En “Bitácora”. 2016.





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