martes, 5 de agosto de 2014

Brumas de amor por Carmen Amaralis Vega Olivencia

Luego de amarnos como se aman los lirios
y sentir la bruma de tu pecho
puedo cerrar los ojos y temblar
perdida en los cielos del silencio.
Luego de amarnos me quedo quietecita,
rígida en la paz que da la dicha
al regalarte las cavidades más antiguas
donde guardo el tesoro del deseo,
deseo que poseen las mariposas
libando en alegría y vuelos
al robarle el néctar a las rosas.
Tu silueta va formando tornasoles,
con colores de dicha en los santuarios
desbordándose el cáliz de la vida.
De ese cáliz que tú y yo degustamos
adormecidos,
enlazados,
sabiendo que llegarán los días
cuando veamos nuestros nombres
grabados en la bruma bendecida.
Solo entonces germinarán fulgores
en los fractales que dibujan tus caricias.
 

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