Le dí todo
mi aliento
mis caricias
mis silencios
mis dementes besos
que tocaron su velado cielo.
En esa mujer sacié mi delirante sed
en su ardiente y morena geografía.
Una noche se extravió de mis brazos
dejándome sólo el perfume de su melancolía
cuando supo que otra se arrodillaba en mi sexo.
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