A la hora de opinar
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sobre la situación del Medio Oriente
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todos politólogos son.
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Graduados expertos en los prejuicios
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de la vida,
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en rencores pasados
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y malestares propios.
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Ese mundo insatisfecho
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da pie a unirse al dolor ajeno
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y a causas sin lógica
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ni columna vertebral
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que sostenga tesis sobre
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lo que expertos politólogos
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no pueden ver con claridad.
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Cuando no hay con quien negociar la paz
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complicado hablar de sentimientos,
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anfitriones de odios ancestrales.
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Ciegan voluntades y maneras de operar.
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Un bisturí al alma, solución para dejar corazones
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en estado superior de conciencia
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donde el amor sea rey
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de toda aceptación del otro
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desde su diferencia
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y con derecho a existir
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a pesar de viejos mandatos
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que impiden que la luz sea la verdad,
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la libertad el mejor oficio
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y la bondad el reino conquistado.
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¿Cómo concebir un mundo para todos?
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donde la libre expresión
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sea bocado diario.
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La mirada amable el pan en cada hogar.
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El cruce de palabras buenas
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el resultado de una armonía
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no tan lejana de la creación humana.
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¿Es un sueño o simplemente
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la necesidad de vivir en otra dimensión?
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Reconocer que por ahora
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la Tierra tiene fronteras,
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pero el espíritu de la condición humana no.
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Somos uno en el planeta.
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Unidad perfecta con sus diferentes piezas.
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Funcionan al servicio de la humanidad
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y no en contra del sol o la luna,
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herencia de la mejor convivencia
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donde cada astro ocupa su lugar.
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