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Los muertos nuestros
enterrados con los ojos secos |
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o llorosos con los puños
cerrados y el corazón doloroso |
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sin rosas sobre la tumba o sin tumbas
sin himnos y sin banderas izadas media asta |
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nuestro mejor homenaje
es no dejarlos morir |
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que nuestros muertos
sean también otra trinchera. |
En “poemas de la guerra y la paz”
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