¡Hazme un
lugar en tu lugar , Oh, mundo,
|
para mi pobre carne palpitante!
|
Detrás de tu fachada tecnológica
|
hazme un sitio pequeño, fiel, constante,
|
dónde pueda encontrarme algún segundo.
|
|
Quiero atarme una rosa a la cintura,
|
descalzar a mis pies, dedo por dedo,
|
despojar a mi cuerpo de tensiones,
|
despacito, despacio, calmo, quedo,
|
y que aflore tu savia hasta la hartura.
|
|
|
¡Necesito tu claustro primigenio!
|
¡Escanciar en el cáliz de tu ciencia
|
el sabor sin edad de los milenios!
|
|
Siento el peso feroz de nuestra era
|
que agoniza entre sombras, casi a gatas,
|
¡Qué ridículo juego que jugamos
|
desafiando los cielos con bravatas
|
que amortiguan la Luz de la escalera!
|
|
Me fatigo con tanta indiferencia,
|
y los vanos encuentros eficientes.
|
Esa urgencia tremenda para nada
|
que ensombrece los rostros y las mentes
|
empañando la fuente de conciencia.
|
|
Sé que tú me comprendes bien, Hermano,
|
Es difícil vivir ¿Por qué persigo
|
este sueño interior, siempre lejano?
|
|
Busco en ti, Madre Tierra, tu sentido,
|
Tu sonido vital, siempre inmanente,
|
Comunión primordial con la armonía
|
tantas veces perdida tontamente
|
al vivir por vivir, cara al olvido.
|
|
¡Ay, Hermano, qué sola que me siento
|
cuando pasa la gente sin mirarse,
|
sin notar que es posible abrir las alas,
|
sumergirse en el éter y elevarse
|
hacia alturas que auguran áureos vientos!
|
|
Esta noche me brota un hondo rezo
|
¡No me sirven remedos! ¡No me bastan!
|
¡Quiero ser, sólo ser, no más que eso!
|
0 comentarios :
Publicar un comentario