Quiero que sepas mi negro
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la confidencia de mi
alma,
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ayer te mire chirundo
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y me has robado la calma.
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Por pura casualidad
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cuando despuntaba el
alba,
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fui a traer agua del río
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que corre junto a tu
casa.
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Las aves lucían sus
trinos
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el sol besaba las palmas,
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tu cantabas la chilena
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que trovaste en mi
ventana.
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No fue mi intención
espiarte
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te lo juro, ¡por mi mamá!,
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la ocasión se presentó
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y la piel se me
enchinaba.
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Qué instante tan
atrevido…,
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qué visión inesperada,
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tú te quitabas la ropa….,
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yo, solo te contemplaba.
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Miré tu cuerpo chirundo
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era una morena estatua,
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de voluptuosa figura
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con ritmo sensual de
hamaca…
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Brazos y piernas de
atleta
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el paisaje decoraban,
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¡por Dios santo!, ¡que
figura!,
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antes de meterte al agua.
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Lo demás no necesito
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describirlo, no hace
falta,
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lo guardo en mi
pensamiento
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mas allá de la palabra.
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Lo cierto es que fue un
delirio
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y no se me olvida nada,
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aún me tiemblan las
corvas
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y eso, que te vi….. de
espaldas.
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Costeño prieto, chirundo
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como recuerdo tu estampa,
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quisiera ser la caricia,
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del río, cuando te bañas.
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