Vestida de esmeraldas
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y flores de sauces,
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con la piel encendida,
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más hermosa que nunca,
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lo agasaja con tres presentes…
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Primero
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La luna danza desnuda
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sobre los ardorosos bosques,
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tallando deliciosamente
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con la punta juguetona de su lengua,
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una a una, sus cincuenta y cinco hojas.
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Segundo
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Con el rubor en los ojos,
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tras las cortinas de sedas rojas,
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la garza dorada, lo mirará de reojo,
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enterrará furiosamente el pico,
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debajo del palpitante ombligo,
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aspirando al fin, las blanquecinas lluvias.
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Tercero
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Embriagada de placeres,
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con el corazón confundido,
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despeinados los sueños,
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agitadas las olas,
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con los ríos crecientes
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y las almohadas calientes,
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la noche se rinde exhausta.
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Al final del pabellón
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fornican el tintero y la pluma.
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