Cómo me gusta mirarte
Y aquella cesta cargada de fruta
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Junto al abominable piajeño que te acompaña
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Me duelen tus manos sucias y tus pies
descalzos…
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Pero aun así, con este dolor a la espalda,
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Siempre me pliego al amanecer
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Mirando cómo se vence la luz sobre el
terrazo
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Porque sé que a diablas y a tontas
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Aparecerá tu frágil imagen
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Con la misma cesta
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Y el achacoso y cansado piajeño
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Claro que te veo desde la ausencia de mi
cuerpo
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Con la desdicha encarpetada en mis
bolsillos
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Claro que te veo venir canturreándole a los
jilgueros
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Hablándoles como si en ellos se acabara la
duda
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Se reuniera la vida,
Fugasen los requiebros de la noche,
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Porque sonríes con esa dulzura que ya nadie
tiene
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Con esos ojos que son de perdición
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Porque cuando toco las maderas de esta
falsa pared
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Queda aún el aroma de tus pasos
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El hacer de tu camino
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La sensación que cada mañana descubre el
hechizo
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De verte pasar…
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