Nunca pensé que te
quisiera tanto,
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Tu huella sangra en mis
pupilas cristalizadas.
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Surcos profundos
delinean un cuerpo que te extraña.
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Cúmulo de secretos
anidan en revuelo
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en el veneno de
mis cavidades íntimas
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y mis suspiros
resuenan:
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ecos quejumbrosos
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suplicantes,
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deshidratada,
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dolida.
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Tu presencia me forraba
de oropeles,
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borraba mis dudas,
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aclaraba mis tinieblas.
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Se alejaba el infierno
de las soledades.
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Ahora intento
desesperada reencontrarte.
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Dibujo rumbos mágicos
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con las telas de araña
del corazón.
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Quizás así logre
atraparte
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Y echemos raíces juntos
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en nuevo
jardín de vida.
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Entonces ocurrirá el
milagro:
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Dejarán de sangrarme
las pupilas.
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