Me acosa tu mirada ardiente,
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reconozco esos destellos húmedos,
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esa corriente que se desplaza por mi centro.
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Me siento perdida ante esa fuerza
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que genera la locura del deseo.
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Quieta,
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asustada,
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me refugio en mi soledad.
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A quien puedo pedirle auxilio,
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si agonizan mis ansias
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con las manchas ocultas de otros besos,
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y puedo sentir tus venas enredadas
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a mi cuerpo.
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Muere el tiempo sediento de ternura.
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Hay silencios en el jardín
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y la silueta opaca de mis huesos
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refleja una vida amortajada.
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Este miedo paraliza al amor.
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Por favor,
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rescátame.
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