Nunca he sido un poeta.
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A lo más -debo confesarlo- un condenado
embustero
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un cazador de lagartijas
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que anduvo poniéndole trampas a los verbos
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en los pajonales de la lengua
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una así de grande y lodosa
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no se engañen
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pero las condenadas se me escapaban por las
mangas
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como un barato truco de naipes.
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Algo de lo que cayó a tierra se parecía a
un poema
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y mucha gente anduvo confundida:
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Es un poema, es
un poema
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gritaban como ánimas castigadas por el
dolor de muelas.
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Nunca me atreví a darles la contraria:
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ya bastantes enemigos tenía
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por el solo hecho de ser bizco y el único
del pueblo
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que guardaba un frasco de tinta china.
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Pero lo que a mí me gustaba más
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era eso de ir dando de pedradas a las
lagartijas
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o hurgar con un carrizo en los hoyos de la
tierra
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por donde se escondían esas benditas babas
verdes.
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Tuve muy mala suerte:
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metía un bastón al agujero y en vez de una
lagartija
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sacaba un verbo
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a veces hasta un buen
adjetivo
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redondo y morado como un batracio de
fiesta.
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Tanto me gritaban los del pueblo
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que yo he terminado por creerles sus
necedades:
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esto -aunque usted no lo crea- es un poema.
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Enrique Sánchez
Hernani sociólogo, poeta, escritor y periodista peruano
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