Habitada por el temor
de la niebla de cama vacía,
me hago a plegarias
para que tus entregas
le den vuelo a nuestro lecho.
Bien conoce las llamas
de cuerpos bajo el impacto
de inconfesables caricias.
Te toco, ya no existe distancia
en nuestros besos.
Mágicos enchufes de un aroma
a pino viejo.
Se conocen todos los perfumes.
Tempestades de pasión
bajo ese olor.
Vientos traen en sus fauces.
Temporales de cercanía con el alma
traducida en enlaces de filigrana
de chupos y abrazos.
Urdida en la piel
que del fervor hace su diccionario.
El verbo Amar, lugar de privilegio.
La A anuncia que del sentimiento
hace sus primeras páginas
y de la vibración las últimas.
Una enciclopedia abierta
al arte amatorio de A a Z
donde cada mimo de tu piel
me regresa al punto G.
Palabra general para
anunciarte mi geografía sensorial.
Ahí donde urdes mis mares
y mis capitales.
Mar de alucinaciones
y capital de un erotismo
que en ninguna página se ha escrito.
Sólo en la fragancia de nuestros
corazones.
Celo que del delirio toman la savia
de los cuerpos.
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