jueves, 15 de noviembre de 2018

MONTE DE MINERVA por CLAUDIA CACERES FRANCO


En caso se le ocurriese a San Jerónimo de los Prados resurgir,
Cruzar el segundo camino trifurcado, cerca del monte de la Minerva,
Alabar a la libertad en un conjuro de octubre, hojas rojas, hierbas amarillas
Presto al pasaje de indomables crines azabaches sobre ceras arcillosas.
                          
Andar pies desnudos por la orilla de lago del monte de la Minerva,
Desenvainando su bastón, lanzarse a las aguas profundas de aquel mediodía otoñal
Ante miradas confusas de una turba recogida entre arbustos de pinos tallados
Algunas cenizas aun tibias, mensajeras humeantes, viajeras de cielos nativos.

Cuando el torbellino descendió del monte hasta tocar el turbio lago,
Suspiros ancestrales recordaron el olor a maderos frescos y hortensias silvestres
Los prados de San Jerónimo derrocharon gloriosas leyendas aferradas a la lava,
devolviendo calma al campamento de piedras, precisamente, junto a su tumba helada.




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