Hay en tus profundos ojos
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dos lagos perdidos
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que quiero encontrar.
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En tu boca hay fuego
encendido
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que quiero apagar,
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al menos apaciguar.
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En la grieta de tus
labios
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crecen ansias por
combatir
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la soledad que enfría tu
corazón.
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Tu camino con besos
bordaré
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para que fácil me
encuentres, y así,
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lograr que la
coincidencia se dé.
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¿Acaso no devora el
pececillo
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lo que sobra el tiburón?
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Deben guardar los altos
cielos
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el folio blanco en que
fue sellado
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el destino escrito con
sangre
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de los que ya desfilaron
sin suerte
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por los caminos del amor
amargo
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sin la virtud que hoy me
asiste
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por saber a quién amo, y
prefiero.
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Ansío que camines ya ese
trecho
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que entre nuestras casas
vive
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rodeado de esperanzas
verdes,
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de fuego y pasión nacidos
en mi pecho,
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--ardientes por intenso
calor,--
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y lúcido para desde mi
casa verte.
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