Con el cráneo excitado y la tinta fresca,
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en hebras confusas, evocaré memorias,
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hasta alcanzar romper el aire, furiosa…
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Luminiscente serán entonces las esferas rojas
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transformándose en desenfadadas palabras.
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Violenta, salvaje, atada a su lengua.
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Recorriendo alternadamente
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las vastas regiones de su reino.
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Ascendiendo y descendiendo
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el lujurioso musgo que cobija sus secretos.
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Las imágenes no alcanzan, Jade Imperial,
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para tatuar sobre la superficie de la médula
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el profundo surco que libere
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el veneno sagrado de milenarias batallas.
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¡Piérdete!
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En el infinito azul de estos cantos,
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sumergido en el oleaje tempestuoso,
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del rítmico ritual de las joyas de fuego.
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Entre fuertes lluvias de mieles espesas.
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¡Languidece!
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¡Suplica!
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¡Muere!
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¡Revive!
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Consumido por fiebre de la entraña,
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alcanza la tensión, hasta que se haga ruptura.
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Y en unión perfecta de macho y de hembra.
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¡Traga!
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¡Destroza!
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¡Libera!
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En el calor latente que asedia…
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Entre torrentes de perfumados ciruelos
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condúzcanlo a la cadenciosa muerte,
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Rendido, postrado ante la puerta del vientre.
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Desencadénense las fuertes precipitaciones
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de todas sus ansiedades,
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derramando la esencia de su ser.
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Inúndense entonces y solo entonces
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el estanque de lotos con su sangre.
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Golpe a golpe, enciende la noche, monarca
atrevido…
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Desgarra las carnes de los cerezos.
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Entra en mi cerebro y en caída libre
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¡Suicídate!
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Bésame hasta la sombra.
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Que crujan las articulaciones en chispas,
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rindiendo culto a la lujuria,
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empujando de prisa los sueños
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en el instante mismo de la muerte,
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en el instante mismo de la no conciencia
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¡Ámame!
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Hasta emitir el último suspiro.
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MUCHAS GRACIAS RUBÉN , CARIÑOS
ResponderEliminarJEM WONG