Hay un reguero de blanca espuma,
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perlas con ganas de vibrar,
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ganas de que cada burbuja
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perdure hasta mayoría de edad.
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Mas no es así su diseño:
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esas esferas aprisionan aires
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que no les pertenecen; son aliento de la
vida.
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Más allá existe otro reguero;
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olas que son hijas de viento y mar,
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acercamiento de agua y tierra
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que en poco se quedan excepto
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cuando procelosas se agitan porque el
fondo,
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cansado de vivir en las penumbras
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del marino lecho, libera la fuerza que
deshace
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todo lo que a su paso encuentre.
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Entonces el hombre, náufrago desvalido,
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reconoce quién es más fuerte.
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Mientras tanto, se llenan mis ojos de luz
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cuando de pie, a la sombra de un árbol
playero,
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observo la maravilla turquesa del mar
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que aunque socarrón, grandioso, y
fanfarrón,
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bello nunca dejará de ser.
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Me transportaste en el tiempo y espacio. Es una maravilla. Te felicito.
ResponderEliminarRoberto Cruz
Bravo,nada más inspirador y relajante que observar las maravillas del mar.Dios bendiga tantos poemas que trae a su mente para deleite de todos.Felicidades Wanda Hernández
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