Maestro,
|
|
invoco
tu palabra
|
hecha
carne para poseerme
|
tu
sermón todopoderoso de los tres minutos
|
tu
milagrosa conversión de la saliva en agua ardiente
|
tus
manos sanadoras para purificar mi sudor
|
tu
sed para saciar como buena samaritana
|
tu
media sonrisa al derrumbar mi mercado de idolatrías
|
tu
cielo prometido tan alcanzable
|
una
dos y hasta tres veces
|
tu
transfiguración en tantos cuerpos
|
en
tantos hombres
|
tu
pasión, agonía y resurrección en mi cuerpo
|
el
descanso en tu reino hasta que suene el despertador
|
tu
parábolas de despedida frente a la cama
|
|
Poeta: No soy digna de
que entres en mi cuerpo
|
Pero una palabra tuya
bastará para que no importe.
|
En “Camping en el país de las maravillas”
0 comentarios :
Publicar un comentario