¡Qué breve es nuestra hora!
Las hojas
se nos secan
y corren
a causa del viento.
Ya no
volverán a ser verdes.
Las
frutas se precipitan al suelo
y de
hongos son presas en breve.
Sus
dermis se arrugan por entero,
bellas
dejan de ser sin demora.
El sol
cae en poniente
haciendo
fiesta de colores;
fogatas
celestiales en atardeceres,
cada uno
único, de vida breve.
Nos
envuelve un viento frío
sin que
seas tú quien cumple
la tarea
triste de cubrirte
con el
atuendo postrero.
Hacia
allá te vas;
a ver qué
pasará luego.
Si en la
eternidad otra breve hora
me fuera
por fortuna regalada,
regalo de
vida que en lo profundo anhelo,
todo el
lapso lo invertiré en amar y amar
con
intensidad del sol de mediodía,
con la
intensidad de un insano fuego.
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