Al nacer le concedieron un espíritu indomable.
Las sombras la reclaman en vano,
No logran que su verdad sea revelada:
Descubrir la alegría intrínseca que la habita.
Al nacer saltaron de gozo las estrellas
Y la luna emocionada lloró lágrimas de plata,
se reunieron las perlas del mar en una trenza
y jubilosos los corales convidaron a una fiesta.
Es que el dolor no la toca,
aunque ronda siempre muy de cerca.
El tiempo no la vence,
Lo utiliza a diestra y siniestra.
Siempre girando con los brazos cansados,
con el alma asustada,
y un millar de sueños por cumplir.
Nada la detiene,
Y suplica a las hadas aclaren su destino,
conocer los ardores del amor,
y cargar a un recién nacido entre sus brazos.
Eso pide.
Cuando esto ocurra
habrá un eclipse de sol en su mirada.
HERMOSO POEMA DEUN ALMA QUE NO TOCA EL DOLOR,PERO QUE LO RODEA-BELLO.
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