Mi hijo José te
envía un cd donde un colibrí de papel crepé
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agita las alas
sobre el tema Ne me quitte pas
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de Edith Piaf
cantando mucho antes de que el hígado
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se le convirtiera
en un cristal amoratado
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y de paso te
aconseja que la visites
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porque ella aún
no se habitúa a la soledad invernal
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del bosquecillo
de Père Lachaise.
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Mi hijo Diego te
está mandando unos caligramas
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donde se ve el
balneario de Barranco
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echando bombardas
y cuando todavía funcionaba
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el funicular
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llevando como pasajeros a Eguren
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y a Martín Adán
con su botellita de pisco
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en el bolsillo
interior de su chaqueta gris.
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Mi hijo Kike va a
darte un gran concierto
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y está alistando
sus cabinas de dj para disparar
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al aire tres o
cuatro temas de New Age
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y hasta va a
tomar un curso de astronomía
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solo para ubicar
el quásar
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donde ahora nos
vigilas con toda tu inmortalidad
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a cuestas.
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Mi mujer me
encarga decirte que está por terminar
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Una bufanda
tejida con hilos de lluvia
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Para que esquives
el aire cortante que debe hacer en el
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Everest
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o en el Makalu
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esos nevados del Tibet sobre los
cuales
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seguro ahora
rondas como en un parque de diversiones
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donde la vista
debe ser extraordinariamente hermosa.
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Mis nietos te
mandan flores canciones
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Y una planta hecha
con lápices de colores.
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Tus hijos están
bien creciendo fuertes y hermosos
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Tus nietas hacen
que amanezca o que amaine la tempestad
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Solo con mirarlo
todo con sus ojos de ágata marina.
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El mar continúa
arrojando navíos en la ribera
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de La Punta y
parece que todos los peces
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súbitamente se
han transformado en pequeños artefactos vivos
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de cuarzo y
piedra caliza.
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Yo estoy bien /
se me ha movido el humor vítreo apenas.
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Cuando recibas el
mensaje me contestas.
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Abrígate
internauta celeste
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seguro que arriba
hace una temporada glacial
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no vayas a coger
esa gripe cuyo nombre parece un código militar
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y me avisas
cuando se aproxime el verano.
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No sabes cuánto
espero que nuevamente aparezca el sol.
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