Puedo ser el ausente a la mesa…
El mantel
labrado piel por piel
Las cerámicas
lucientes
El vino en el
cristal
El quieto
jardín verdeado
Y una ausencia
que estruja el alma…
¿Do cuándo vacía
aquella silla?
No pregunto y
me marcho
Dejando
entreabierta la puerta
Cerrado el
cortinaje
Y apagado el
caldero…
¿Cuál sería el
rincón desde dónde contar mi historia?
Tampoco
importa
Mientras mis
pasos marcan la distancia…
Esta noche
cuando quiera encontrar mi sombra dibujada en la pared
Sabré que
aquel indolente silencio se escribió
La entera noche
en que abandoné el rostro tras el espejo del salón
La misma noche
en que sembré mi voz con aquel ausente son
Cuando me
pareció que ya era tarde para sonreírle a los cuatro vientos
En el momento
en que la indecisión
Me dominó el
alma
Y me perdí en
el abandono de mí mismo…
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