lunes, 15 de abril de 2019

Sin rastros por FLAVIA COSMA

El animal salvaje, menos salvaje ahora agacha
su cabeza en mis palmas.

En momentos de vigilia, casi somnoliento, se 
olvida de las  preocupaciones, cierra los ojos
relajando las orejas puntiagudas.

Su pequeño corazón no se  sobresalta más frente
a cualquier crujido de hojas, cayendo abajo el frio
y la lluvia.

Pasamos juntos un tiempo, como una eternidad
cuando todas las cosas se pronuncian tras los latidas
 del corazón.

Luego, sacudiéndose como frente a  una descarga
él sale moviendo su cuerpo, deslizándose a lo largo
y a lo ancho del camino.

El otoño lo atrapa sin dejar  rastros.


Traducción de Luis Raúl Calvo


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