lunes, 7 de agosto de 2017

Venezuela Por: Omira Bellizzio


 
Seguiré siendo la misma
con el mismo nombre
de entrañas venecianas
bañadas de río, lago y mar.

Enamorada de los tepuyes,
afanosa de cuidar la selva,
atenta al llamado del llano
fiel a tu piel bronceada,
cortejada por el trigo y la canela
y el hacedor de la noche
que me besa desde otras tierras.

Mi aroma seguirá paseándose
entre el agua de coco y el cacao
y florecillas de mi vientre recién nacidas.

Dibujaré de blanco y más blanco
tus picos nevados de luz.

De azul y más azul celeste
tu ancho mar y el pincel de tu manantial.

De verde y más verde
las sabanas y sus cantos,
los alzaré en mis hombros
haré un arco triunfal
hasta alcanzar las estrellas extraviadas.

Y en un despertar primaveral
soplaré todas las flores
para que adornen tu pecho, hecho milagro.

Renaceremos juntos la paz
atrás quedará la vasija rota del desencuentro.

Mi nombre hijo, no lo vuelvas a olvidar,
soy parte 
del libro de tu vida:

Me llamo Venezuela.


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