I
En el instante mismo del no olvido,
cuando las horas muertas
golpean sobre mi cráneo,
asoman en silencio, lentamente
Y sin llegar a caer se hacen piedra.
II
Llora, llora ¡Tonta niña!
Pequeña escarabajo ¡A qué le temes!
Nadie te verá, las ventanas están tapiadas,
y los muros son demasiado altos.
III
El vacío por fin abre su aterradora boca,
un viento fuerte sopla, sobre los bambúes
del altar.
La linfa hierve en las entrañas, los huesos
crujen
Son cristales bajo las patas de un fiero
corcel.
IV
Escribo ciega, sumergida en mi locura
¡Ahora dime!
Por qué destrozas mis manos muertas.
Por qué la nieve se viste de linfa
coagulada,
Por qué vivo pariendo palabras muertas,
alambres torcidos, ruinosos símbolos,
infernales memorias de círculos abiertos.
V
Retorna la imagen de una cigarra
colgada penosamente de una débil rama,
las visiones nocturnas, los cantos funestos,
los silencios que gritan, los vetustos
tejados
horriblemente pintados de tristezas.
Amenazadores tiemblan, se desploman,
destrozan espejos, no dejan nada intacto.
¿Dónde estás ingrato ángel negro?
Todo, todo se ha perdido,
no hay un jarrón de oro
solo una vieja y vacía botella azul.
MUCHAS GRACIAS RUBÉN
ResponderEliminarCARIÑOS