viernes, 9 de enero de 2015

NN por Domingo de Ramos

Hoy viernes he salido de casa
Compré lo necesario/alquilé un traje/para estar
lejos del individuo de los días anteriores
Cómo explicarte
Si José fue a llevarte flores
al hospital donde reposas
con tu cabeza cana
que ya no acaricio o que me acariciabas
siendo yo un pequeño animal entre tus brazos
Hoy viernes los periódicos anuncian catástrofes
pero la mía es aún el doble
doble como una moneda
que tiene el mismo peso
las caras distintas
el mismo dolor vacío
que nunca sentí
Estoy seguro de que en el hospital
no me anuncian nada nuevo
ni nada viejo
nada de lo que hoy
padezco ni siquiera grabado en el electrocardiograma
que tranquilamente puede ser una hermosa carta
que nunca escribiste
ni la radiografía puede captar lo hueco que es esta angustia
de la espera
Como los posibles litros de dextrosa
que purificarán
tu cuerpo y vuelva tu voz como dos arroyos que se juntan
desde la cocina hasta la calle donde yo jugaba un partido de fulbito .
Hoy viernes pude irme tranquilamente a visitarte
y seguramente no te hallaré no encontraré
rastro alguno que me conduzca a tu lecho
como cuando de pequeño corría a tu cuarto
espantado por el terror que me causaban tus cuentos de la medianoche
Ya no te hallaré con tus manos blancas
tratando de dibujar algún pájaro
que imitabas en tu canto
como los cantos en quechua que acompañabas con tu
mágica guitarra/violín o arpa que desconocía
mis oídos y mi lengua
Madre
Hoy viernes espero verte como en mi eterno sueño
te veo a través de la ventana
venir apacible alta y moza como el canto de las aves
en medio de la aurora
que se destiñe detrás de la puerta

(De Arquitectura del espanto, 1988)*

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