Te
escojo, espectador de la escena de mi muerte.
Trágate el momento en que me visto de novia y bailo en cámara lenta el ritual del desgarro, el momento de la caída y la entrega.
Tus ojos captan los pedazos de mi cuerpo.
La
cámara enfoca mis pupilas dilatadas.
Se difumina la intensidad de tus brazos
sobre
mis caderas
y me arrastro para lamer tus pies.
y me arrastro para lamer tus pies.
No
puedes ver el escenario.
Acabo de vestirlo con lirios sublimes.
Los códigos blancos empalidecen
ante
el arrojo de tus manos,
y quedo ahí,
y quedo ahí,
observando
cómo se desprende mi alma
con el ardor de tus deseos.
con el ardor de tus deseos.
Terminan los espasmos y baja el telón.
Te
levantas satisfecho,
sin Artificios.
sin Artificios.
Yo
sigo inerte en el suelo.
Sin proponértelo,
me
has ayudado a morir en delicias.
Su poesía entrelaza entre lo científico y lo esencial, con
fuertes raíces rítmicas apoyadas en los cantos de la tierra cálida de Puerto
Rico.
Agradezco a Editorial Cielo Gris y a sus directores el promosionar este poema de desgarro, un abrazo fraternal, Carmen Amaralis
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