Escogías
el esplendor de las palabras hirientes que deslumbran
Escogía
el vapor sulfuroso de la ironía levantisca nube de necromancia
Guardabas
en tu secreto púlpito una palabra un acuerdo un pacto
Guardaba
en mi cerradura extenuada los silencios forzosos las amapolas
Entre
los dos sumados y ligados como páginas de portafolio
Lejanamente
hacíamos uno apenas un contubernio de tiza y margarina
Solíamos
arrancarles bramidos a las olas de tanto contemplarlas
Inanes
unánimes en un silencio culposo y grave que nos compartía
Apresurábamos
el café y en ocasiones las estampas de la familia el sésamo
Porque
se le ocurre a los dientes cerrarse en el arco de la lengua
Hasta
desangrar al testigo de las palabras los ritos del hambre las glosas
Entre
los dos lejanamente hacíamos uno cobijábamos el espacio entre ambos
Habíamos
ligado una nube a nuestras penas y un reflejo de guitarra tallada
Con
madreperlas a nuestras cambiantes miradas en busca de un consejo
Aunque
resignábamos la sabiduría de los consejos aquellos viejos paragüeros
No
hubo jamás un solo psicómetra un experto en cuestiones de alma
En
alfarería que nos indujera a negociar nuestros epitafios más vale temprano
Y
en consecuencia terminamos a los saltos como los copos de nieve
Como
la arena y el remolino la cultura celeste y la rupestre sobresaltos
En
los entreactos besábamos las manos a imaginarias damas de la corte
Y
cerrábamos el teatro para nosotros dos para actuar a nuestras anchas
E
irritarnos con los roles de profetas y prostitutas sagradas cuestiones de
reluctancia
Hasta
que llegó esta tarde pionera en que actuaste de vos misma reina de enredaderas
Y
yo produje un actor con mis propias vísceras rey de ortigas y de sepias
Y
entonces convinimos en que no nos conocíamos para nada nota de espanto
Y
decidimos comenzar de nuevo vos como gallarda maestra de coros
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