El bullicio alocado se vació
por el sumidero de la
ignominia.
Quedaron las construcciones
silenciosas, secas, asoladas.
En la mente se empecinaban
los recuerdos.
Aún flotaba oleante
una sospecha lejana
de sonrisas anchas.
¿Cabrían de nuevo miradas
felices, nuevas
algarabías?
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