Un manantial apenas imperceptible
Canta
inocente entre los guijarros
Sus
comienzos desde las alturas.
Las
montañas lo lanzan
Como
a un eslalon gigante.
Todo
le espera, nada le daña.
Un
arroyo atrevido
Refresca
los pies y el sudor
De
las tardes de estío.
En
su rebeldía explora
Vericuetos
arbolados,
Vuelve
romos los cantos,
Crece.
Se
ensancha
y
horada su propio trazado,
Se
engrandece,
Es
cascada, pavo real
Y
peca de orgullo.
Se
descubre afluente,
Encuentra
otras aguas,
Ya
no es único,
Es
parte de un colectivo,
Contribuye,
tributa
en cauces ajenos,
Rio
entre ríos,
Se
afilia a la sociedad de las aguas.
Deja
de ser corriente superficial
Producto
de un proceso
Que
deposita sedimentos
Y
altera sus propios caudales,
Se
vuelve donante inevitable.
Lo
da todo.
Dibuja
bellos meandros
Que
se alimentan
De
atardeceres para el recuerdo
Y
llega al mar,
El
perfecto anonimato.
Se
llena de sol y de olvido.
Atrae
miradas y suspiros
Como
nunca antes lo hizo,
Embruja,
enamora.
Agua
entre aguas.
Ser
mar
Y
ser ya nada.
Dispuesto
a renacer,
Sueña
con abrazar
Los
cuerpos desnudos,
Voluptuosos,
Entregados
a la indolencia
Del vaivén de las olas del trópico.
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