Llamarte
amante no es un lujo.
Eterna
realidad.
En ti existe
el reino de Neptuno.
Aguas
turbulentas
y tierras
movedizas.
El universo
de Eros y Afrodita.
Anfitriona de
mimos y de pompas.
Con Venus
haciendo guiños.
En su concha
se esconden anhelos.
El deseo de
un reclamo a tu hálito.
Me induce a
fantasías que no confieso.
En silencio
las vivo.
Las acomodo
en el llamado
de la entrega
cuando a mi puerta
llegas
alborotado de fuegos.
Es tu
ardiente verbo,
el pasaporte
a nuestras fronteras.
Llamaradas al
antojo
de nuestros
besos.
En ellos
ahogo toda tristeza
que pudo
haber dejado
sombra en mis
labios.
Se colman de
un no sé qué
que se
describe sólo
cuando mi
piel eriza sus vellos
al tacto de
tus soles.
No hay duda,
amado,
eres el
amante de todo sueño.
Y cuando
despierto a tu lado,
me hago
doncella de tus caricias
y señora de
tus tsunamis
a la pasión
consagrados.
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