Me propongo
ser la poeta del amor.
En cada verso se pronuncia.
Y por mi nombre me llama
con la dulzura que proclama.
Sentimiento que me persigue
como fiel sombra de la luz que soy.
Lo hallo en todo momento
bajo el esplendor de su vibración.
En el rocío de toda flor.
En el pico del ruiseñor que me canta
con la voz que le sale del corazón.
Aguas mansas o bravas
crean el movimiento
que arrullan el alma
cuando al cariño le damos su lugar.
Lo descubro también en mi interior.
Jardín íntimo cuidado como huerta
de afectos donde caben los amados.
Desde padres, pasando por hijos,
nietos, hermanos tíos, primos y abuelos
sin descuidar la presencia de amigos
y de prójimos, que son el reflejo humano.
Le danzo al amor con la certeza
de crecer junto a él bajo el influjo
del amor incondicional.
Brillo bajo su efecto:
caricias, abrazos y mimos
que de los besos hacen sus llamas.
Me llaman con sus bendiciones.
Riego para el vergel
que en el pecho planta su morada,
donde el amor se instala
para sanar vivencias
que en el revés se quedaron.
Encuentro en el dolor la respuesta al amor.
Oportunidad de aprender lo que la vida
enseña con la batuta de una melodía nueva.
A la existencia le añade vuelo.
Soy la poeta del amor con sus alas
desplegadas al hallazgo de otras miradas.
Luna y sol me
declaran su amor.
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