Me gustan los días grises de Lima.
Aquellos en que la nostalgia parece invadir el silencio del aire
y la calma tiene el color amarillo de las hojas secas de los
árboles.
Aquellos en que la esperanza está vestida de jeans y zapatillas,
como un día cualquiera,
y la sencillez se posa en las palmas de las manos.
Aquellos en que surge tu sonrisa,
entre la grieta de la neblina,
creyendo siempre en el mañana,
y me regalas la fe como el cáliz secreto donde se vierte la
esencia de la vida.
Entonces, me rindo ante la evidencia de las cosas simples
y me propongo recomenzar de nuevo desde la nada,
sólo que esta vez estarás tú sosteniendo mi paso
y me darás la mano cuando me incline
y levantarás mi rostro
y me recordarás los miles de motivos que tenemos para amar.
0 comentarios :
Publicar un comentario