Agria luz por los párpados en agonía,
luz aguada,
gualda, con olor a piel de mármol
cuando llega la
hora de la muerte:
el periplo se
cierra y las cadenas crujen,
la mente se
hace témpano y el latido un tambor de rito,
una red de
carámbanos las venas.
¿A quien llamar
cuando el momento del frior
ha llegado?:
nadie está a tu lado
en toda la
multitud de amor que te rodea.
La muerte tiene
un tímpano que tintinea
con sabor a
cristal esmerilado:
lo oyes varias
veces a lo largo del tiempo de tu vida
pero
por fin se llega al último y definitivo
y el
silencio taponándote
y la
mudez en lo sórdido
de lo
oscuro son tus únicas alternativas.
Aceza y sonríe, animal corporativo.
©F. M.
De:
Temblores (inédito)
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