Creo ser el último descreído
aquel que da la espalda
para marcharse con su cruz a cuestas
jalando el madero aún en ramas
dejando un rastro de amapolas
de jazmines
de cielo en flor…
Me detuve con la frente húmeda
y el viento ya no soplaba
grité tu nombre
tantas veces
que se perdió en los ecos…
He sentido el golpe de los corceles
de los metales
del magma de la guerra
he abandonado mis armas
el miedo y la furia
voy dejando un rastro
las líneas frías de mis manos
las profundas huellas de mis pasos
una flor entre los dedos
una lágrima anclada
a una descreída piel…
me arrastro
me empujo
mis brazos dormidos se extienden
cual frágiles alas invadiendo la nada
sabiendo que al torcerse la luz del día
estaré otra vez
con el madero atascado a la vida
crédulo en haber sembrado solo olvido…
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