hemos sido arrojados
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al cemento
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a las aceras bulliciosas
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de las ciudades
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al destello amorfo de lo reluciente
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a la inclemencia
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de sus muros
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y la palabra se ha hecho humo
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bajo la puntuación del alfabeto
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de la indiferencia
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llueve desde lo alto
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no hay techo suficiente
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para el aguacero
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del desamparo
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ni jarra sólida para la sed
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de tanta incertidumbre
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merodeamos en círculo
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con la lección aprendida
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la máscara impecable
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para la función
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sabiendo de antemano
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la inclemencia
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en los bordes está la pulsación
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el instinto
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el brote clandestino
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para la insurrección
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del asombro
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en los matices
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el humus y la floración
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de lo posible
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no hay vuelta atrás
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ni senda paralela
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que nos devuelva
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al principio
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tan sólo indicios
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en los rastros mudos
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de barro
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tanteando alguna luz.
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