El cuarto es estrecho, rectangular,
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sombrío.
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—¿Por qué me rechazaste?
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—¿Yo? Yo no te rechacé.
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Fue solo el hecho de que tú te fuiste a otro
lugar.
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Sigue la mentira :
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—¿Por qué me rechazaste? Dos veces me
rechazaste.
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Siguen otras mentiras, innumerables.
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Y la mano extendida, y el pájaro chocando
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desconcertado
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contra el vidrio de la ventana
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y la respiración sacudida mendigando
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una señal
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una palabra que no se asemeje a otras
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al menos una sola palabra
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capaz de abrir la ventana hacia
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el adoquinado caliente.
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TRADUCTOR Luis Raul Calvo (Argentina)
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