Para todos los niños desheredados del mundo.
EL PARÉNTESIS
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( No tenías culpa,
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no supiste apenas
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– caída entre las moscas
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que te devoran –,
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el último porqué de tu existencia.
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Por qué el dolor y el hambre
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de tu menuda figura.
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No supiste,
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no supiste nada.)
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CUARTO TIEMPO
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Ahogado el silencio
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en mi garganta, grito.
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Heridas están mis manos.
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Deshiladas esferas,
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cambiantes luces.
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Simulacros del orden rozan
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verosímiles ausencias
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de las rosas.
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De cualquier rosa.
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La luz herida. Cuadernos Espartaria
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Jesús Cánovas Martínez©
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