Нет ниуеґо более фантастиуного, нежеди сама реалбностб
Fiodor Dostoiewski
Se me quemó en la metafísica el basalto mágico de
la pestaña
cuando oí por primera vez que según el blog
pérfido muerto estoy
y que de puro cactus terco me rehusé a morir la
teoría de la baba;
¡nada salva la mandrágora en la pétrea risa del
cadáver!
nada si el helado de cianuro se consume en el
arañazo de la hipodérmica, como momia rusa que a litros seca su ácida entraña
entre quebradas.
Es que escuché al ángel decir que estoy
muerto como chorizo gallego,
que de puro terco niego la avalancha de la adúltera arruga en la ceniza,
que de puro terco niego la avalancha de la adúltera arruga en la ceniza,
y que a tanto llega la altanera porfía en el clarín
de mi jurásica mentira
que me ven vivo entre las vesículas espesas de la
espinosa niebla
aun cuando recuerdan mi muerte lejana en la nuez
atorada por el tiempo.
¿Será que la ouija intermedia mi memoria cuando
sutil el ojo aguaita?
¡tanta risa en la compañía! ¡tanta tristeza en su ausencia
próxima!,
¡son los mismos ojos que me miran con los dedos
cortos de la primavera aunque vaya apagándose la luz en el invierno hostil de
sus efectos!
¿Por
qué la seca oreja escucha el despecho de Rubén en el banlieue
cuando asegura el grito de sus pelados dientes esta
noche de casuarina
que muerto quedo como berenjena mora en la raíz zen
del fierro?
¡Qué tal encuentro y desentierro! ¡Caer en cuenta
que morí en noche de paella!
¡Celebremos entonces con vino de sapo y cerezas
libias en lava y yerro!
¿Serán lecho de incesto con la hija de Jairo en el
desconcierto psicodélico?
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