Hoy quiero arrojar de los vestidos,
polvo de tristezas
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Tirar las viejas riendas, montar al
salvaje potro.
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Domarlo, someterlo, atravesar las
nubes en instantes
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Sentir las caricias del viento
sobre la piel desnuda.
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Respirar aromas de cucardas y
nardos, no someterme a puñales.
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Darle a la melancolía
salvoconducto, descanso, tregua.
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Abrir puertas, ventanales, arrojar
a la muerte de la alcoba,
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Porque la vida devuelve, aunque
demore y espero.
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Hoy quiero arrojar de los vestidos,
polvo de tristezas
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Escuchar su voz una y otra vez,
alimentar las memorias
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Cabalgar endemoniada,
cortar las cortinas de gasa
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Llegar a buen recaudo y recostarme
sobre
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Un prado fragante, libre de toda
atadura.
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Soñar con imponentes palacios,
de tejas azules
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Con bosques de perales, ciruelos y
maduros manzanos
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Con ríos caudalosos de aguas
turquesas e inmensas montañas
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Con pájaros azules y
orquídeas imperiales.
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Hoy quiero arrojar de los vestidos,
polvo de tristezas
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Espantar a los negros
cuervos y las rojas penas
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Desnudarme de todo dolor y
vestirme solo de rosas
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Porque la vida devuelve, aunque
demore y aquí te espero
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Muchas gracias Rubén.
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